Luis E. Juan

El lider

Pequeñas historias raras

IX. La desaparición del profesor V.

(Enero 1972)

 

    El profesor V. había desaparecido. No se le había vuelto a ver desde el 14 de septiembre. Desde ese día no apareció en el laboratorio ni en su casa. Su hermana, alarmada, avisó a la Policía enseguida. El profesor tenía costumbres muy meticulosas y no solía apartarse de su rutina. Por otra parte, con el transcurso de los días acabó descartándose la hipótesis de un secuestro.

    En una visita al laboratorio, efectuada el día 29, el inspector de policía averiguó que el profesor se había comportado normalmente hasta el día 14. Continuaba investigando desde hacía más de diez años sobre la luz y los colores. Nadie sabía ni remotamente dónde podía estar. Y el inspector se encontró con una docena de teorías más o menos descabelladas que iban desde el suicidio hasta la corista. Sin embargo, el profesor no se había llevado nada consigo. Iba simplemente "con lo puesto".

    Su fotografía y descripción aparecieron en los periódicos: un metro setenta de estatura, muy delgado, cabello y ojos grises. Sin resultado. El día 13 de octubre comenzó su búsqueda en lugares de posible accidente. El día 25, cuando el inspector estaba a punto de archivar el caso, recibió una llamada urgente de la hermana del desaparecido, rogándole que fuera inmediatamente a su casa. Y así lo hizo.

    - Pase, inspector. Le agradezco que haya venido.

    - Es mi deber, señorita- se dirigieron al despacho.

    - He encontrado algo entre sus papeles que tal vez le sea útil- abrió un cajón de la mesa-. Mi hermano siempre guardaba aquí las cosas importantes. Esta mañana vi la llave puesta y...- sacó un grueso cuaderno de anillas poco usado y se lo entregó-. Tenga, inspector. Creo que debe leerlo.

    El cuaderno tenía escritos dos rótulos sobre sus tapas azules: "Profesor V." y "TEORÍA DEL COLOR CERO".

    - Siéntese, por favor- rogó la señorita V.

    Se sentaron alrededor de la mesa. Estaba llena de papeles y carpetas. La hermana del profesor apartó un elegante juego de pipas de madera para que el inspector pudiera ubicar el cuaderno cómodamente. El policía lo abrió y comenzó a leer en voz alta.

    "TEORÍA DEL COLOR CERO".

    "Como es sabido, el color de los cuerpos se debe a la absorción del color complementario a partir de la luz incidente. Un objeto, por ejemplo, es rojo porque absorbe los otros seis colores del espectro de la luz blanca (que, combinados, forman el complementario del rojo). Lo mismo ocurre cuando se coloca a un proyector un filtro rojo: la luz que difunde es roja porque el filtro ha absorbido el complementario. Por ello los objetos no tienen color en la oscuridad, ya que aquél depende de la existencia de luz incidente. Del mismo modo, el negro puede considerarse como la ausencia de color, ya que absorbe el espectro visible completo. El negro sería, por tanto, el color de la oscuridad".

    - Nada nuevo- comentó el inspector.

    - Continúe, se lo ruego.

    "Ahora bien, intrínsecamente, el color depende de la longitud de onda de la luz reflejada. En el caso anterior, el objeto debe su color a reflejar ondas de aproximadamente 0.65 micras de longitud, correspondientes al rojo. La luz blanca contiene todas las longitudes de onda visibles porque es la combinación de todos los colores visibles y viceversa. Cualquier cuerpo negro a temperatura de fusión emite luz blanca. Pero, como se comprueba en el láser, para que la radiación sea coherente la luz ha de ser monocromática. Esto significa que en la luz blanca las diferentes ondas componentes dan una resultante que no es senoidal.

    "Por encima y por debajo del espectro visible hay radiaciones de longitud de onda superior a la roja (infrarrojos) e inferior a la violeta (ultravioletas). Estas radiaciones, que son visibles para algunos animales (la abeja, por ejemplo, ve el ultravioleta), no lo son para el hombre. Al igual que el oído humano no oye los ultrasonidos ni los infrasonidos, tampoco el ojo ve los, llamémosles, ultracolores o infracolores. Estos serán, pues, los colores "cero". En realidad, el color cero no existe, ya que sólo depende del umbral absoluto de percepción visual del hombre; pero como todo hecho físico está afectado por la subjetividad del observador, es posible hablar de color cero".

    - ¿En esto ha estado trabajando el profesor los últimos años?- preguntó el inspector.

    - Todos los días. Observe su biblioteca y verá que la mayor parte de los libros se refieren a la luz y a la teoría cromática. En este cuaderno ha debido de ir resumiendo sus conclusiones.

    - Es interesante. Continúo.

    "Mi especialidad no es la Química, sino la Física, pero supuse que si existen pinturas de colores visibles que, aplicadas sobre los objetos, les hacen reflejar una determinada longitud de onda, tenía que existir una pintura de color cero que absorbiera todos los colores visibles e hiciera reflejar dicho color cero, invisible para el ojo humano. Además, lo mismo que las pinturas visibles confieren al objeto la apariencia de ser de tal color por fuera y por dentro (es decir, que todo el sólido es de ese color), también la pintura cero debería lograrlo.

    "Me propuse obtener tal pintura, pero no me atrevía a consultar a ningún químico. Elegí el color cero infarrojo porque calculé que sería más fácil de conseguir y me puse a trabajar. Ante todo me planteaba esta pregunta: ¿Qué color tiene el vidrio corriente? La respuesta habitual es que es incoloro, transparente. Pero, ¿por qué no ultravioleta o infrarrojo? Dichos colores también son invisibles.

    "Después de cinco años de investigación y ensayos tratando de fabricar pintura de color cero, el 19 de agosto casi lo logré. Se trataba de una especie de barniz invisible, pero viscoso al tacto. Pinté con él un lápiz, pero siguió siendo visible. El barniz era invisible y dejaba ver el lápiz. Al principio me desanimé, pero al día siguiente continué investigando. No había duda de que iba por buen camino. Tenía que existir una pintura que, además de tener color cero, lo comunicara a los objetos; una pintura que, paradójicamente, fuera "invisible y opaca".

    "Ayer, día 13 de septiembre, la encontré por fin. Trabajaba con el mencionado barniz cuando, después de agregar un último componente, introduje una cuchara para remover. La parte que sumergí en el invisible barniz desapareció de mi vista. Cuando la saqué, inmediatamente, sólo quedaba a la vista parte del mango, lo que había permanecido fuera. ¡Había conseguido la pintura de color cero!

    "La fórmula era extremadamente sencilla. La anoté en un cuaderno. Eufórico, fabriqué rápidamente más pintura y guardé la fórmula como oro en paño. Era realmente curioso. El bote donde la tenía era perfectamente opaco y visible por fuera. Pero si miraba por su boca no veía el fondo, sino ¡el suelo de la habitación! Pinté numerosos objetos: monedas, cerillas, un libro. Este último era invisible estando cerrado, pero no si se abría. No he vuelto a encontrar ninguno de estos objetos. Por desgracia, tampoco la fórmula, cuyo papel se manchó accidentalmente cuando ocurrió la catástrofe. Además, la pintura se seca enseguida.

    "Esta mañana estaba recopilando mis investigaciones. Tenía sobre la mesa dos de los botes (bueno, eso creí yo) de pintura cero y una de mis carpetas. Cuando fui a abrirla noté un líquido sobre mis piernas y escuché el ruido de un bote chocando contra el suelo. Miré hacia abajo y ¡me vi sin piernas! Uno de los botes, manchado seguramente por fuera y, por lo tanto, invisible, estaba sobre la carpeta y se había derramado sobre mí. ¿Cómo iba a salir a la calle aparentemente sin piernas, como flotando en el aire? En la ofuscación de aquellos momentos, lo único que se me ocurrió fue pintar el resto de mi cuerpo. Afortunadamente, la pintura no es tóxica y pude pintarme también los ojos y la boca. ¡Pero yo no conocía todavía un disolvente para ella! ¡Y la fórmula también se había hecho invisible!

    "No volveré a casa hasta ser visible, ocasionaría demasiados problemas. Prefiero que me tomen por desaparecido hasta que encuentre el disolvente. Pero, al menos, mi teoría es correcta: el color cero existe".

    - ¡Qué historia más absurda!- exclamó, al terminar, el inspector-. ¡Pretenderá hacernos creer que se ha pintado de infrarrojo y es invisible! Señorita, su hermano me parece poco serio.

    - Yo no pienso así. ¿Por qué iba a inventar algo tan increíble?

    - No lo sé. Tal vez intenta ocultar algo...

    - ¿Qué está insinuando, inspector? Mi hermano siempre ha sido muy correcto.

    - Perdone, perdone. Pero, entonces, ¿está segura de que su hermano está en sus cabales? La verdad es que...- se interrumpió; había notado una sensación de humedad en un pie y miró hacia abajo, a la vez sorprendido e incrédulo-. ¡Santo cielo!

    Su pie derecho había desaparecido.

    Sin que ninguno de los dos lo advirtiera, la puerta del despacho se abrió sigilosamente y por ella salió una pipa encendida, flotando a metro y medio del suelo.

anteriorsubir 1 nivelsiguiente © Copyright Luis E. Juan. 2005