No me pidas que deje de quererte:
está lejos de mí tal sinsentido;
si así fuera, hubiera preferido
desesperar de amor hasta la muerte.
Tú revelas en mí mi yo más fuerte,
das alma a aquel que nunca hubiera sido,
alguien que ya jamás habría tenido
otro temor que el miedo de perderte.
No me condenes hoy de esa manera
a vagar sin amor eternamente,
o a pensar en amar a otra cualquiera.
Sé muy bien qué es estar siempre a la espera
mirándole a los ojos a la gente,
buscando una mujer que me quisiera.
|